PALABRA Y SUGESTIÓN
Felipe Hernández, Trabajo para la Obtención del certificado oficial para el curso de practitioner de PNL – Avalado por el Instituto de Terapias Integradoras de Palma ITI y la Asociación Española de PNL.
Curso de Practitioner 2010, dirigido por Esteban Cuéllar Hansen
Mi aproximación a la Programación Neurolingüística surgió de un interés personal por conocer las posibilidades terapéuticas del uso del lenguaje. Una necesidad de hallar una congruencia mayor entre la expresión de las emociones y la generación misma de los estados de ánimo me condujo al estudio de un campo cuya riqueza se me ha revelado inusitada, incluso en mi faceta como escritor de novela y poesía.1
En un principio, me llamó la atención el uso de los patrones lingüísticos en la elaboración de un metamodelo que sirviera al terapeuta para formular preguntas a partir de pautas lingüísticas reveladoras de patrones mentales. En realidad, el uso de generalizaciones, limitaciones, eliminaciones, distorsiones, lectura mental o presuposiciones no sería más que la expresión de un desajuste básico: el mapa no es el territorio. Sólo podemos expresar la realidad que percibimos, y a la limitación de nuestra percepción debe añadirse otra: la estructura misma del lenguaje. Por supuesto, el sistema funciona en cuanto que sería absurdo percibir la realidad en toda su extensión y profundidad, recordarla continuamente en todos sus detalles y expresarla con una fidelidad absoluta. Tenemos una maravillosa herramienta en un lenguaje que es capaz de transmitir la complejidad del mundo a través de una lógica que, por supuesto, incluye la generalización, la omisión de detalles, el resumen, la causalidad… Lo cual supone un grado de distorsión de la realidad más o menos grande en función de la congruencia del sujeto. Dada esta premisa, el trabajo del terapeuta consiste en detectar los grados de distorsión en la visión del mundo de un paciente en relación con las consecuencias que dicho grado de distorsión tiene sobre su propio estado emocional y su conciencia.
Así pues, teniendo en cuenta que nuestro hemisferio cerebral dominante tiene una función lingüística fundamental, y que el lenguaje modela la emoción tanto como la emoción modela el lenguaje, la conciencia de que el mapa no es el territorio es una herramienta imprescindible no sólo para terapeutas, sino para cualquier sujeto que quiera mejorar su congruencia y su salud emocional y física. En este sentido, las indagaciones de Robert Dilts2 sobre el poder de la palabra y la estructura del significado constituyen una aportación muy valiosa. Establecer cómo la creación de valores, significados, criterios y creencias es un proceso dinámico de ida y vuelta, que afecta nuestra experiencia y nuestros estados internos, supone un cambio transcendental: la palabra, la expresión misma, tienen poder para transformarnos. Lo que expresamos no es sólo un reflejo más o menos distorsionado de nuestro estado interno y de nuestra visión del mundo: forman parte viva del sistema, y utilizarlos con esa consciencia supone un cambio radical.
Es en este punto donde empieza a enraizarse mi interés como escritor en una perspectiva nueva del poder del lenguaje. Aunque, a decir verdad, no sería una perspectiva tan nueva si tuviéramos en cuenta los usos mágicos que el lenguaje ha tenido a través de la historia, desde su mismo inicio, ligado a la conciencia del hombre. La utilización de las palabras mágicas por los chamanes, el uso de mantras, las fábulas fantásticas comunes a tantas tradiciones culturales, el uso de la metáfora y el lenguaje figurado… todos esos rasgos universales son indicios claros de que no nos basta la lógica del lenguaje gramaticalmente correcto, como dice Milton Erickson, sino que necesitamos de algo más para suplir la inevitable distancia que se abre entre expresión, representación sensorial y realidad. Y es en ese resquicio aparentemente ilógico, donde se teje una urdimbre de metáforas, metonimias, ambigüedades y juegos a veces absurdos, se abre no sólo la posibilidad de un lenguaje transderivacional que hable directamente al inconsciente del paciente, sino la posibilidad de una nueva toma de conciencia de la sugestión y la evocación en el lenguaje literario.
En Patterns of the hipnotic techniques of Milton H. Erickson, M.D. , Richard Bandler y John Grinder exponen los modos sumamente inventivos con que Erickson superó la brecha entre las estructuras profundas y las estructuras superficiales del lenguaje. El lenguaje hipnótico de Erickson me retrotrajo al lenguaje de ciertas fábulas fantásticas en que la identidad de los personajes se asocia a metáforas animales, a veces monstruosos, y a mundos ambiguos en que el significado no se filtra lógicamente sino de un modo más profundo y efectivo. No se habla del incesto, ni de la violación o la homosexualidad. No se nombran los hechos lógicamente, pero, desde la perspectiva ericksoniana, es evidente que el lenguaje plástico y figurativo traslada intacta la peculiaridad de las conductas humanas al inconsciente del oyente o el lector.
De algún modo, la novela moderna y la poesía han quedado desmarcadas de este contexto, quizás porque se supone que las protegen las leyes del arte, y que el arte es un mundo aparte, en el que las consecuencias de una larga sugestión durante la lectura de una novela no tendrán consecuencias profundas en el subconsciente del lector. A mi modo de ver, ni el arte ni el sentido estético quedan exentos de este poder excepcional, sino que, por el contrario, son los exponentes más evidentes de la creación de mapas más o menos fundados o distorsionados del territorio. Y son también procesos de inducción al trance y a la visualización cuya consecuencia es la transmisión de valores, criterios y creencias que pueden actuar como virus mentales (en palabras de Dilts) o como generadores de patrones imaginativos liberadores.
Y así como podemos identificar patrones de lenguaje que atentan contra la congruencia, y que generan distorsiones y limitaciones en el estado interno de los individuos que los expresan, ¿por qué no identificar los patrones que distorsionan la congruencia de un relato o un poema? ¿Por qué no considerar el poder de sugestión inherente a toda narración y poema? De hecho, del mismo modo en que Erickson relaciona el estado de trance con un estado de aprendizaje, yo sugeriría que la literatura, más que un sentido estético o de evasión, tiene un sentido de aprendizaje profundo, a nivel subconsciente. Siempre ha sido así. Y considero esencial un punto sobre el que ya escribí en un artículo Testamentos. Reflexiones sobre el proceso creativo, en el cual meditaba sobre el hecho de que la creación de un personaje ficticio con el valor de divinidad no era un elemento sin consecuencias en la sociedad humana e incluso en la construcción de nuestra psique individual. La elaboración literaria de un Dios irracional, injusto o belicoso, naturalmente genera un sistema de creencias violento y destructivo. Cualquiera, a partir de una simple divagación literaria, podrá justificar ejecuciones, guerras, castigos y venganzas si su modelo es una divinidad como la del Antiguo Testamento. Y, en gran parte, esa invención literaria está detrás de una buena parte de las tensiones del mundo actual. La generalización y la distorsión tienen, en este caso, consecuencias incalculables y muy difíciles de erradicar. Pero, a escala menor, la literatura, disfrazada de cultura, puede seguir siendo una herramienta de expansión de virus mentales y creencias distorsionadas.
Con esta sugerencia no quiero inducir a pensar que la narración se transforme en un instrumento terapéutico o en un fluido de buenas intenciones, sin valor conflictivo ni poder dramático. Por el contrario, la consciencia de que trabajamos con una herramienta poderosísima, que no sólo habla en modo analógico a la consciencia, sino también al inconsciente, puede abrirnos un campo fascinante, abierto a la creatividad y a la congruencia.
Alguien podría inducir de estas palabras que el poder de sugestión del lenguaje, en realidad podría ser utilizado para manipular subliminalmente, pero justamente eso es lo que se hace en muchos casos. Se imponen marcos ajenos a los marcos de los lectores y espectadores. Lo fácil es detectar los modos de manipulación, que, de hecho, se imponen a todos los niveles. Lo interesante es trabajar en el sentido opuesto: la literatura, el drama y la poesía, como vehículos de evocación y de trance sin imposición de marcos. ¿Es eso posible cuando todas las palabras están en manos del escritor? ¿Cuando el planteamiento, la elección de la historia y el desenlace se deben a una sola mente? Por supuesto, es inevitable que el autor imponga de algún modo su lógica y sus limitaciones, pero también es cierto que la conciencia de que una narración de doscientas, trescientas o novecientas páginas tiene un valor de sugestión sostenida, puede ser esencial a la hora de crear un rapport dimensional con el lector. Y no es en absoluto descabellado valorar los grados de manipulación del lenguaje, o la transmisión de creencias y valores que sostienen nuestras disociaciones e identificaciones, nuestras metáforas y nuestro uso de las palabras.
¿Puede un poema ser destructivo para nuestra coherencia interna y nuestro sistema emocional? ¿Cómo nos enfrentamos a los exorcismos, a las plegarias, a las invocaciones o a los mantras en la literatura moderna? ¿Cómo la necesidad de entrar en estado de trance para dialogar con nuestro inconsciente se ha trasladado a los sueños sostenidos que subyacen en toda narración?
En mi experiencia como practitioner he emprendido esta indagación de un modo vivo, esto es, a través de la práctica. Rapport, al aproximarse a la práctica hipnótica, significa no sólo adecuarse a la respiración, a los gestos y posturas y al lenguaje más o menos visual, auditivo o cinéstésico del sujeto, sino también a su mundo figurativo. Hablamos a la respiración, a la sudoración, a las expresiones faciales, a los ritmos, timbres, dilataciones, tics y expresiones inconscientes de la persona, pero también a sus miedos, a sus olvidos, a todo un mundo incontrolable que no puede expresarse lógicamente. En ese sentido, no tiene mucho sentido explicar, sino evocar. Hay mucho respeto en ello. No imponer una lógica, sino abrir un universo de evocaciones, supone un paso fundamental para dejar que el marco de creencias del otro se transforme sin necesidad de la imposición de otro marco, sino porque la evocación le ha facilitado el acceso a sus propios recursos emocionales.
De este modo, a la manera ericksoniana, en que el presente percibido se transforma en canal de evocación y de aprendizaje, y en el que sistemas metafóricos (el caso del tomate que crece casi humanizado en el jardín de la mente de un paciente de Milton Erickson) se transforman en presente visualizado, me resulta fascinante comprobar cómo el uso del lenguaje puede llegar a zonas supuestamente inaccesibles de la mente. Y esta magia puede manifestarse no sólo en la elección de las imágenes, los hechos dramáticos o el ritmo con que se cuenta una historia, sino en el lenguaje mismo. Y, en el caso de la poesía, este factor adquiere una importancia esencial: la creación de constelaciones metafóricas o figurativas puede ser un camino de ida y vuelta entre la terapia individual y una expresión literaria más universal.
Este proceso de feedback supone un campo abierto al aprendizaje: aprender de las reacciones emocionales y fisiológicas de un sujeto al que se le induce a trance a través de su propio campo figurativo. Observar este proceso y sus efectos, tomar consciencia del poder de la metáfora en una mente individual, obviamente puede repercutir en un mayor discernimiento de los efectos que un texto puede tener en un lector aparentemente ajeno a nuestro alcance o rapport. Y, en un sentido opuesto, tener una noción del significado de los sistemas figurativos en el lenguaje literario supone un enriquecimiento del proceso comunicativo del practicante de Programación Neurolingüística, cuya flexibilidad aumenta en tanto tenga más recursos y posibilidades expresivas.
En mi experiencia personal, me ha sido muy útil conocer tanto los sistemas representacionales VAKOG3 de las personas con que he practicado hipnosis, sino también sus sistemas figurativos. En cierto modo, mi intervención no consistía en introducir una lógica ajena, sino en ampliar durante el trance los campos de la imaginación a fin de que el sujeto pudiera acceder a su propia información y a sus propios recursos. Si sabemos que el sujeto de hipnosis es un granjero, como en el caso expuesto por Milton Erickson, recurrir a la imagen realmente evocativa del crecimiento casi humanizado de los tomates en el huerto, ayudará al paciente a visualizar soluciones, recursos, situaciones, que de un modo lógico no aparecerían. Puesto que el modo lógico a menudo genera resistencias o bloqueos, mientras que los sistemas representacionales y figurativos actúan de un modo subrepticio, como parte misma de la sugestión.
En mi caso, he hallado sistemas figurativos relacionados con el cómic (en el caso de un dibujante), con la navegación a vela (en el caso de alguien que realizó un larguísimo viaje en un velero), con los mundos virtuales (en el caso de un apasionado de los juegos informáticos), con el bosque (en el caso de un excursionista), con las calles del casco antiguo (en el caso de un guía turístico), con una casa ideal (en el caso de una persona preocupada por la decoración y el feng shui), con el vuelo y el viaje (en el caso de una azafata), con la visita a un mundo exótico (en el caso de un viajero)… Todos ellos mundos evocativos completos, que encierran no sólo la posibilidad de despertar imágenes, sino también de penetrar en la fantasía y el inconsciente de la persona.
Estos mundos metafóricos, en que las imágenes cobran una vida anímica, me han conducido por un camino de vuelta a la literatura. Me han enseñado cómo se construyen las constelaciones del significado desde un punto de vista nuevo y más profundo y humanamente intenso. Un punto de vista que no es el de la obviedad ni el de la lógica analógica, sino el del individuo como totalidad. Y este sólo es el principio de un camino de aprendizaje que pienso explorar en los próximos años. Un camino que aúna pasiones entrelazadas.
1 Felipe Hernández es autor de varias novelas: «Naturaleza», «Edén», «La deuda», «La partitura» y «Dunas», publicadas por las editoriales Anagrama, Seix Barral y Planeta.
2 «El poder de la palabra», Robert Dilts, Ed. Urano, 2003
3Curso de Practitioner en PNL», Salvador A. Carrión López. Ediciones Obelisco, 2001
Gracia, Philip
Muy buen trabajo Felipe, Enhorabuena! – Nota: Excelente – Por la integración y la comprensión e integración de los conceptos de la PNL como rapport, calibración, hemisferios, utilidad de las sugestiones y artistry de Milton Erickson, así como contribución de este trabajo para que se entienda la PNL y el poder del Lenguaje, de una forma muy profesional y accesible para la mayoría. Nos ayuda a los que difundimos la pnl y utilizamos la hipnosis ericksoniana para fomentar el aprendizaje y la salud física y mental a que nos entiendan un poco más.
Enhorabuena por tu trabajo Felipe!
Fascinante tu manera de utilizar las palabras, sin duda una delicia excelente para ayudar a la comprensión del contenido.
Gracias por tu comentario sobre el trabajo de PNL de Felipe. Ali ba ba. . .
¡¡¡Felipecidades!!!! El poder de la palabra, ¡sí señor! El lenguaje es una herramienta poderosísima como dices, hay miles de ejemplos en los que se ha utilizado tanto para hacer el bien como para todo lo contrario. La propagación de virus mentales y creencias distorsionadas destructivas es evidente en sistemas totalitarios por ejemplo. Pienso en un fenómeno único en la historia por su naturaleza perversa y poder destructivo: el nazismo. La inversión total de los valores a través de la instrumentalización del lenguaje condujo a todo un país y al mundo al abismo. El poder hipnótico y sugestivo de los discursos de Hitler sobre la masa sigue siendo indiscutible. Hoy sabemos que fue un sistema genocida fundamentado en un discurso cuyo objetivo era el total destronamiento de la razón, penetrando e instalándose en un inconsciente colectivo previamente y artificialmente infectado por el odio y el rencor hacia una minoría. El lenguaje no racional, es decir, figurativo o de las imágenes, es un arma poderosa, quien posee la capacidad de generar este tipo de lenguaje tiene una gran responsabilidad y sólo el uso ético-estético y terapéutico del mismo es justificable.
Gracias por tus sabios comentarios; de hecho te recomiendo un libro que habla sobre el tema y sobre Hitler; pero para modelar los patrones lingüísticos que utilizaba hitler y su modo de hipnotizar no sólo a la población, sino también al ejercito alemán, inglés y otros enemigos del reich. Esos reencuadres y patrones utilizados para hacerl el bien son muy útiles. Por ejemplo, los ingleses temían a los alemanes, eso les hizo prepararse fuerte, sin embargo, la prensa alemana les ridiculizaba. Eso hizo que los alemanes se relajaran, y cuando se encontraban en el campo de batalla y veían que sus enemigos estaban aventajados, sucumbían. A tí que conoces más que yo del tema te encantará. el libro se llama «el poder de la palabra» de Robert Dilts, uno de desarrolladores de la PNL. Lo puedes encontrar o pedir en la ed Urano.
Genial!!! Justamente lo que necesito. How could it happen???
Bravo Felipe!
Excelente trabajo.
No será fácil sacar mejor nota que tú.
Nos lo has puesto difícil, pero te vas a enterar…
jeje
Muy bien Manuel lo has conseguido!